1. Biografía del Autor[1]:

 Extractado. (Mondovi, Argelia, 1913 -Villeblerin, Francia, 1960). Novelista, dramaturgo y ensayista francés. Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, empezó estudios de filosofía en la Universidad de Argel, que no pudo concluir debido a que enfermó de tuberculosis.

Formó una compañía de teatro de aficionados que representaba obras clásicas ante un auditorio integrado por trabajadores. Ejerció como periodista durante un corto período de tiempo en un diario de la capital argelina, mientras viajaba intensamente por Europa. En 1939 publicó Bodas, conjunto de artículos que incluyen numerosas reflexiones inspiradas en sus lecturas y viajes. En 1940 marchó a París, donde pronto encontró trabajo como redactor en Paris-Soir.

Empezó a ser conocido en 1942, cuando se publicaron su novela corta “El Extranjero”, ambientada en Argelia, y el ensayo “El Mito de Sísifo”, obras que se complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo.

Durante la Segunda Guerra Mundial se implicó en los acontecimientos del momento: militó en la Resistencia y fue uno de los fundadores del periódico clandestino Combat, y de 1945 a 1947, su director y editorialista. Los problemas que había planteado la guerra le inspiraron ”Cartas a un Amigo Alemán”.

Su novela “La Peste” (1947) supone un cierto cambio en su pensamiento: la idea de la solidaridad y la capacidad de resistencia humana frente a la tragedia de vivir se impone a la noción del absurdo. Es a la vez una obra realista y alegórica, una reconstrucción mítica de los sentimientos del hombre europeo de la posguerra, de sus terrores más agobiantes. Orientó su moral de la rebeldía hacia un ideal que salvara los más altos valores morales y espirituales, cuya necesidad le parece tanto más evidente cuanto mayor es su convicción del absurdo del mundo.

Premio Nobel de Literatura en 1957. Falleció en un accidente de automóvil.

  1. Época Histórica:

“El Estado de Sitio”[2] es una obra de teatro escrita en 1948, en la muy reciente posguerra, y se recrea en la ciudad española de Cádiz, presentando un pueblo pintorezco, gobernado por unos opresores privilegiados.

  1. Argumentos:

Básicamente la obra trata acerca de la vida cotidiana de un pueblo subyugado por el ejercicio despótico del poder, por parte de quienes tradicionalmente lo habían gobernado, con fundamento en las costumbres, de donde emergía la aceptación de la desigualdad y de las diferencias socioeconómicas abismales, teniendo a la pobreza como algo inevitable, fruto de la voluntad divina, con la complicidad de la ignorancia y el hacha del miedo.

Esa situación cambia para ser sustituida por la implantación de un gobierno aún mas despótico y tiránico, a mas de asesino, que termina por poner de manifiesto que ese mismo miedo y el odio que genera, es el alimento necesario de un régimen que impera sobre una sociedad, la cual, aún antes de que el gobierno restrinja sus libertades, ya se encuentra por si solo en Estado de Sitio.

Sólo del vencimiento del miedo interno de cada quien, y del pensar y actuar solidario, puede surgir la libertad, con el derecho a la rebelión y a la desobediencia.

Albert Camus
  1. Análisis del Contenido Histórico, Social, Político y Jurídico de la Obra:

En el marco de una sociedad muy tradicional se impone un gobierno autoritario, tan arbitrario como para decretar que un cometa no había pasado, tornando sancionable el mero hecho de hablar de ello, bajo el esquema: “Los buenos gobiernos son los gobiernos en los que nada pasa”.

Los estragos de la peste, entre lo religioso y lo jurídico, inducen a la restricción de reuniones públicas y diversiones.

La Peste propone a El Gobernador el traspaso del poder, basado en un acuerdo amigable, la confianza recíproca y el honor, pero forzando su consentimiento con actos de violencia, y en los mismos términos contrata a El Alcalde. Todo es comunicado al pueblo como de buen grado. Siendo lo cierto que es el miedo lo que explica la renuncia al poder, de parte de unos a favor de otros, considerados mas letales.

En ese estado de cosas, se evidencia la situación inmutable del pueblo, sumido en el temor y la ignorancia, al identificar la figura del Estado con el ejercitante del poder, sea El Gobernador o La Peste, siendo ley sea lo que sea que provenga de la voluntad de quien detenta ese poder.

Entonces, el nuevo gobierno reitera la restricción de derechos, pero va mas allá y decreta el estado de sitio, amenazando con hacerlo valer con todo el rigor de la nueva ley, una ley redactada de forma enrevesada, bajo la idea de que en una sociedad poco ilustrada, la oscuridad en el lenguaje hace que al pueblo le vaya mejor”.

A todas estas, el pueblo clama por ir al mar, símbolo de la libertad, en su derecho a la desobediencia frente a la arbitrariedad, en tanto que el gobierno hace que la libertad de expresión sucumba frente a la orden de llevar siempre la boca tapada con un pañuelo con vinagre, supuestamente para evitar la infección.

  1. Análisis de los Personajes:

El Gobernador: Férreo defensor de la tradición y las costumbres: “Nada bueno hay en lo nuevo«.

La Peste: Personaje muy cortés, pero marcadamente siniestro y lógico, que decorosamente pide la transmisión del poder, para luego ejercerlo implacablemente.

La Secretaria: Consejera certera de La Peste y ejecutora infalible, aunque con debilidad frente al idealista de Diego, a quien le confiesa el secreto para derrocar al poder.

El Alcalde: Un adulador intrigante, vocero de las decisiones del poder.

Los Guardias: Ejecutores acríticos de las decisiones del gobierno de turno.

Nada: Es un borracho en permanente desdén y crítico de la sociedad. Desprecia todo y a todos y se siente por encima. Pero en el nuevo gobierno es el artífice del caos burocratizado, disfrazado de orden: “Preferid vivid de rodillas que morir de pié.

El Juez: Es un conservador que exige de todos un pretendido respeto, basado en el temor y la reverencia, invocando a Dios. Sirve servilmente a la ley, la anterior y la nueva sin importar el contenido (positivismo jurídico): “Si el crimen se convierte en ley, deja de ser crimen”.

La Mujer del Juez: Preocupada por su hija y los demás expuestos a la peste. Luego se hace defensora de los derechos preexistentes frente a la arbitrariedad del contenido de la ley (iusnaturalismo jurídico).

Victoria: La hija de El Juez, muy enamorada. Ubica al miedo, y no a la ley, como la explicación del cuestionable actuar de las personas.

Diego: El prometido de la hija de El Juez, es un romántico, que cree en la bondad del orden, pero aborrece la mentira. Su sentido de justicia lo hace ser perseguido del nuevo gobierno. Logra vencer su miedo y con ello rebelarse derrocando lo arbitrario.

Las Mujeres y los Hombres de la Ciudad: Corean las situaciones que se plantean.

  1. Reflexiones Acerca del Problema Fundamental que Plantea la Obra:

Variadas circunstancias de orden político, filosófico y jurídico se ponen de relieve en esta obra, con la finalidad de tratar de evidenciar lo que sería el verdadero origen de una sociedad democrática y solidaria, mientras se ilustra lo que tantas veces ha pasado en la historia, a lo largo y ancho del mundo, aún sucede y seguirá aconteciendo, mientras el miedo sea el acompañante fiel de la mente y del corazón humano.

Ante todo se destaca la forma en que una fuerza social emergente, claramente dominadora, resiente la necesidad de buscar legitimación como nuevo poder, aunque haya podido fácilmente adueñarse del control, sin mas, por una mera correlación de fuerzas, incluso por vías violentas.

De seguidas, el nuevo poder se consolida, y de diversas maneras, incluida la herramienta jurídica, asegura el silencio y el orden, como medios para lograr la real o ilusoriamente ofrecida absoluta justicia”.

Claro que todo ello va de la mano, en paralelo, con la burocratización mas o menos salvaje, a través de la exigencia de certificados hasta de existencia, constancias que se exigen recíprocamente como requisitos de otras, endiosando al orden”.

Se elimina la esfera privada del individuo, mediando la publicitación de lo mas íntimo. Se presume la mala fe, se sospecha de todos. Y, se exige que se respete el orden per se, sin que quepa condicionamiento a que sea justo y razonable.

Empero, de nuevo en ese afán de mostrar legitimidad, se convocan elecciones pero se ordena votar a los administrados a favor del nuevo gobierno. Y, como el voto es libre, se ajustan las interpretaciones: se consideran los votos favorables como libremente expresados, y los otros se anulan, por no ser libres sino encadenados por las pasiones de quienes no entienden las “bondades” del gobierno.

En definitiva, el poder despótico, aun disfrazado de democrático y jurídico, reposa sobre el miedo, con fundamento en la idea, muy extendida, de que ningún hombre con el poder de matar renunciará a su uso, siendo que el odio reinstaura el caos, ese que reconduce al orden de la tiranía.

En palabras de los nefastos personajes de La Peste y La Secretaria, el ideal es obtener una mayoría de esclavos con la ayuda de una minoría de muertos bien escogidos, en el entendido de que los esclavos están en los tronos, o no pueden haber tronos sin esclavos. Sí, en ese orden. Primero tiene que haber esclavos, presas de sus propios temores, para que puedan erguirse tronos en medio de y sobre ellos.

Por su parte, la libertad solo puede devenir de la rebelión. La libertad no es un don que se recibe de manos de nadie, es una situación de vida que ha de ser conquistada. Nacemos libres pero nos toca garantizar esa libertad, ejerciéndola!!!

EL MIEDO Y EL ODIO MANTIENEN A LA HUMANIDAD EN ESTADO DE SITIO.

Alberto Blanco-Uribe

[1] http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/camus.htm

 [2] Biblioteca Camus, Biblioteca de Autor, Alianza Editorial, Madrid 2004.