El mundo es fruto de mis pensamientos

Vivimos en un mundo dual, donde todo es materia y energía, un mundo de complementarios, un positivo y un negativo; con el propósito de equilibrarse y coexistir en armonía, en bienestar, dicha y felicidad.

En este mundo, todo inicia con la luz. Todo viaja a la velocidad de la luz. Nuestra luz la entrega el sol; llegando al planeta con ocho minutos de desfase en el pasado, por lo que, todo lo que se observa ha ocurrido ocho minutos atrás en el tiempo.

Con la luz viajan las ondas y las partículas, interactuando así, la luz con la materia; para dar realidad a las fantasías que son producto de nuestros deseos más profundos y que se originan en la mente consciente o inconsciente.

Son proyectadas al exterior por medio de pulsos electromagnéticos, que luego, por medio del ojo; observamos, asociamos a un concepto e información y le llamamos realidad.

Nuestra vida se basa en una fantasía holográfica.

Llena de recuerdos del pasado y preocupaciones futuras; pensando que solo somos un cuerpo humano, siendo emocionales en todo momento, sensoriales y guiándonos a través de los sentidos para interactuar con el entorno.

Siempre buscando la solución de nuestros conflictos y problemas en el exterior, sin hacernos responsables de nuestros actos y vidas.

Fantasías y alucinaciones

Es un hecho que todos vivimos llenos de fantasías e ilusiones mentales. Nuestra mente nunca se detiene de divagar entre los recuerdos del pasado y las ideas del futuro; por lo que siempre estamos desdichados por el ayer e ilusionados por el mañana.

En ningún momento disfrutamos del único instante y tiempo real que es nuestro, el presente, el gran obsequio que el universo nos entrega a diario.

Es cierto que cuando una situación no ocurre tal cual como lo habíamos imaginado, nos sorprendemos y alegramos o nos desilusionamos y enojamos.

En ambas situaciones se genera una reacción, en la primera de asombro y aceptación y en la segunda de ira y frustración. Este es un cuadro clínico repetitivo durante todo un día.

Existen estudios científicos que dicen que al menos ocurren sesenta mil pensamientos en el día, de los cuales cerca de unos sesenta, en algún momento del tiempo presente, se toma conciencia de ellos.

Los pensamientos restantes se convierten en fantasías e ilusiones dispersas en el tiempo pasado y futuro.

Es alarmante observar en el estado de incoherencia y divagación constante en el que se vive. Cada fantasía e ilusión que tengamos en la mente; la veremos expresada en nuestro entorno, llevándonos a vivir en un total caos constante.

Primero pienso y luego existo.

Es una realidad, por lo que debemos empezar a contemplar de forma consciente cada pensamiento que se produce en nuestra mente.

Ser observadores de la magnitud del daño que no estamos haciendo a nosotros mismos. Nuestra actitud, nivel de gestión emocional, conducta social y relaciones inter e intrapersonales dependerán de esto.

 Pablo César Pastor Guerra

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