Durante toda la vida la mujer ha esclavizado a los demás, detrás de la máscara oculta de su sufrir y hacerse la víctima; de igual manera ha permitido que se le esclavice, pues, así como das de igual manera recibes.

El hombre era nómada y cazador, la mujer se quedaba en casa, preparando los alimentos y cuidando de los hijos.

Desde esa época hasta la actualidad nada ha cambiado. Se ha producido modernismo, sin embargo, la situación sigue repitiéndose a diario; por lo que, ha olvidado amarse, entregando todo a terceros, ocultando su victimismo, odiándose a sí misma y al entorno.

En algunos casos, se ha revelado ante el sistema desde el odio y no del amor; por lo que aún depende de otros que sigan alimentando su odio, evitando transcender su viejo odio e ilusión culposa que guarda dentro de sí.

Si se diese cuenta la mujer, de que es más fácil soltar el error cometido; liberar y dejar ir, perdonarse a sí misma en el interior de su Ser, sanaría su mente y la paz retornaría a ella. Retornando nuevamente a su hogar paradisiaco del cual nunca ha salido.

Imaginemos por un instante, la relación con sus padres de un hijo; algún rey o cualquier otro sujeto, que ha desencadenado, temor y crueldad en nuestra sociedad.

Por ejemplo, la madre de Hitler le concedía todos los caprichos que su hijo exigía; y siempre era la víctima sumisa de un padre que intentaba disciplinar y evitar que se desarrollara la crueldad que veía proyectada en su hijo.

Esta situación es repetitiva en todas las historias. Los reyes permitían todos los caprichos a sus hijos, los príncipes, teniendo como consecuencias gobernantes, crueles, de pensamiento individual, de superioridad ante sus súbditos. Usando el temor como forma de control a la población, promoviendo guerras y conquistas; solo por capricho de poseer más tierras y riquezas, pues sus trastornos de inseguridad le limitaban a invertir en su propio estado y población.

    Esta es nuestra historia, y es aquí donde la mujer juega su papel fundamental, la protagonista de la película y la heroína de la historia.

Sin su guía estaríamos perdidos.

Nos guía desde la concepción hasta el parto. Desde que nacemos hasta la pubertad, desde la niñez hasta la madurez, y es quien nos libera de su seno, al destetarnos y dejarnos ir.

La labor de la mujer en la sociedad es primordial. Pero debe estar clara, lo primero que debe hacer es sanar su mente; la culpa inconsciente que lleva debe sanar, liberarse y dejarla ir, dejar ir los caprichos, madurar y comportarse como adulta. Aceptar sus errores y que se equivoca, amarse, respetar, ser responsable, bondadosa y amable con terceros.

     El guiar a los hijos consiste en enseñar valores como, el respeto. Un niño o niña, debe conocer que él es igual a todos. Que no es más ni menos, que no es especial, que es un niño y que los niños no se comportan como adultos; que los niños respetan lo que el adulto guía le enseña con amor y para su bienestar, aceptando la situación sin caprichos. Llevando esto a un comportamiento de humildad y de tolerancia por parte del niño o niña.

Debe enseñar que toda acción genera una reacción; y que todo acto conlleva a una consecuencia. Es responsable de cada situación que promueve y le afecta en la vida; llevando a la coherencia al momento de decidir sus actos, si actúa con amor, o actúa con odio.

El ser bondadoso es un don innato en todo niño o niña, no discriminan, no existen clases sociales, ni géneros o colores. Un niño solo quiere ser feliz y divertirse; pero si no le enseñamos el respeto y la responsabilidad, discriminara, hará bullying, actuara de forma perniciosa dañándose a sí mismo y a los demás.

El amarse a sí mismo es la piedra angular de la enseñanza.

Si usted desea que el futuro de su hijo sea de bienestar, progreso, dicha y felicidad; debe enseñarle desde pequeño a amarse. Ser el mismo, ser humilde y amoroso, no ser más o menos que otros, a ser feliz y no buscar tener la razón. A tomar sus propias decisiones, que sean con amor propio y hacia los demás. Esto lo mantendrá en integridad y usted le regalará una vida de felicidad; en vez de la vida de sufrimientos por la que usted imaginó haber pasado hasta este momento.

      Los caprichos son los actos que nos han traído hasta aquí y nos mantienen en sufrimiento. Liberémonos de ellos y liberamos a la progenie de este sufrir.

 Pablo César Pastor Guerra