Libre

En lo profundo de un suspiro,

Escuche la voz de tus pensamientos,

Con alegría me decías:

¡Mira dentro!

Observe con atención,

Desvaneciéndome

A través de tu mirada.

Cada vez tu voz se hacía cercana

No era un eco,

Desde una profundidad lejana,

Estaba allí frente a mí,

Sonriéndome sin haber hecho nada.

Era consciente del mundo,

Consciencia de que no había nada,

Todo parecía tan real,

Tanto, que asustaba.

Era un sueño febril,

Producto de una enfermedad mortal,

Micelio delirante de una espora pululante,

Que viaja de mente en mente,

Un remedio alucinante.

¡Y tú allí!

Frente a mí,

Sonriente,

Observabas.

Aquel teatro de marionetas,

Títeres y titiriteros,

Danzaban bajo sus propios hechizos,

Convirtiéndose en una visión trastornada.

Toda una escena inquisidora,

Para saciar la sed de crueldad,

De una mente neurótica,

Llena de caos,

Producto de su propia ignorancia.

Alzaste tu mano,

Me observaste,

Pronunciando…

Dale amor a la ilusión.

Difuminándote en formas,

Miles de colores centelleantes,

Hermosa visión,

Dulce y aromática.

Esto es el amor,

Surco el pensamiento en la mente,

Es armonía,

Una danza eterna entre colores.

¡Me Pregunté!

¿Cómo lo expreso?

A través de un recuerdo,

Hablo la mente,

Sé amable ante tu propia mirada.

Los versos se tornaron dulces,

La visión no era trastornada,

Se transformó en un juego de niños,

Jugando a gobernarse entre ellos,

De inmediato percibí su inocencia,

Se olvidaron los culpables,

De inmediato terminaron las disputas,

Y todo fue abrazos y sonrisas.

Empezaba a adaptarme a aquella visión,

Y fui removido de allí,

Volviendo a tu presencia,

La alegría se expresó,

Una voz exclamó

¡Eres libre!

¡Lo sabía!

Me dije a mi mismo,

Ahora podía volver,

Regresar a casa,

Libre de dolor y sufrimiento,

Sin desdichas y tormentos,

Libre para Ser feliz.

Algo se sacudió

En un destello de luz te vi,

Observando,

Con similar pensamiento,

Colores y armonía.

Aquella luz que emitía,

En el momento,

Una espera paciente,

A que ocurra,

El encuentro.

 Pablo César Pastor Guerra

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