Los 4 conflictos

Nuestra vida se basa en repetir 4 conflictos y vivir una fantasía holográfica diariamente, llena de recuerdos del pasado y preocupaciones futuras.

Se piensa que solo se es un cuerpo humano, reaccionando de forma emocional en todo momento; sensoriales y guiándonos a través de los sentidos para interactuar con el entorno.

Siempre buscando la solución de nuestros conflictos y problemas en el exterior, sin hacernos responsables de nuestros actos y vidas.

La mente es simple y fácil, observa y reflexiona, discierne que una apariencia adulta es igual a padre y madre, las formas sexuales masculino y femenino, las polaridades energéticas positiva y negativa.

Así encontramos, que una mente trastornada mantendrá cuatro conflictos bases en la vida. El conflicto con los adultos, los padres, indicando que existe algún resentimiento que perdonar, dejar ir y liberar; con los hermanos, con el niño interno, y con Dios.

Una apariencia humana en edad contemporánea o cercana al individuo que observa; significa hermanos. Para la mente si hay conflictos con los hermanos existen conflictos con los padres.

Una figura infantil es niño. Es tu versión infantil de ti mismo, si hay conflicto con el niño hay conflicto con los padres.

Al estar en conflicto contigo mismo, habrá conflicto con Dios. Debes sanar esto, de lo contrario, será imposible conectar con el yo interior que se encuentra en cada Ser humano; y volver a la conexión con Dios.

Conflictos emocionales

Si, estamos sumergidos en conflictos emocionales que hacen que nuestra energía vibre en una frecuencia baja y oscura.

Se mantienen con frecuencia pensamientos destructivos o coléricos, bloqueamos los centros nerviosos, las zonas prismáticas o chakras y liberamos una energía asesina al exterior; afectando con esto al campo energético de la tierra y todo lo que nos rodea.

Si vibramos en una frecuencia alta, liberando los conflictos emocionales, pensamientos felices y de amor; dejando a un lado los resentimientos y ambiciones futuras, la energía que emitiremos será benévola. Así, sanamos nosotros como a todo el mundo.

Esto es un patrón general para todos, en apariencia física podremos vernos con diferencias, pero internamente somos todos idénticos.

Es solo la complejidad con la que se han querido hacer las cosas; caprichos, rencores, actos de odio, lo que te había cegado y atado al sufrimiento.

Siendo tu mayor fortaleza, reconocer que nunca han existido carencias afectivas ni conflictos emocionales con los padres. Siempre te han dado todo con amor, cuidaron del cuerpo, para que lograras llegar a donde te encuentras hoy, eso es Amor.

De igual manera, podemos observar que existen siete pecados capitales, como también siete virtudes. Estando asociadas a hábitos de conducta, por lo que, así como pensamos actuamos.

Los 4 conflictos de la vida

Conflictos en el hogar

Normalmente, cuando se inician los conflictos en el hogar, es por lucha de egos, desprecio y expresión de odio.

Aquí se ha producido el desprecio por la labor que el otro hace.

Es así que el padre agrede psicológica, verbal y físicamente a la madre por sus actividades. Echa en cara, en un acto de soberbia, arrogancia, orgullo y vanidad, su labor para adquirir los alimentos y dinero obtenido.

A su vez, la madre aprovecha y libera su ira y odio silente, despreciando al padre y recordándole que ella es quien hace todo.

Ambos se pierden, se separan y no se ven como Seres humanos. Se identifican desde las apariencias, creencias y roles.

De esta manera el ego en la mente de apariencia femenina, manipula la situación para hacerse la víctima sufrida.

Agrede de forma violenta al hombre, invadiendo su espacio, controlando o seduciendo. Usa diversos métodos el ego para el control de las situaciones; primero mediante el sexo, luego por manipulación emocional, tercero victimizando y fabricando mártires y por último por el abuso físico y la violento.

El hombre, una vez fue niño e hijo de una madre. Todo lo que conoce, lo aprendió de sus padres.

Por lealtad familiar y respeto a la feminidad, calla y acepta al inicio las situaciones; sin embargo, llega un momento en que su ego no soporta más y estalla la colera y el deseo oculto de atacar y destruir.

De esta manera, cuando la mentalidad desequilibrada y egotista, mantiene a la mente en pensamientos y conductas egomaniacas.

Ambas personalidades se comportan como lobos disfrazados de corderos. Comportándose como depredadores y presa a la vez. Se adaptan a las circunstancias para obtener el beneficio de sus propios intereses. Actúan siempre con una conducta egoísta, sin importar el daño propio y colateral.

Conductas

La Madre

Observemos el comportamiento de una familia normal, ambos padres se odian profundamente, por lo que se comportan de forma crítica y quejumbrosa ante su pareja.

Algunas veces se deprimen y otras veces se encuentra en ira e histeria. Lloran o gritan, azotan las puertas y maldicen, maltrato de forma psicológica; verbal o física a su progenie, a su pareja y a todo aquel que no le agrada.

La madre cuando corrige a su hijo, no lo hace de forma amorosa; al contrario, lo hace con malestar. Usa palabras degradantes y con enojo, puede abandonar o excederse en la protección.

Dice estar con su esposo porque le ama; más cuando él no comparte sus caprichos e intereses, lo culpa de haberla seducido y de que su vida sea una pesadilla. Explota en rabia, y así, repitiendo de forma constante el ciclo de palabras y pensamientos destructivos.

El Padre

De igual forma, el hombre, al igual que el resto de su familia, fue un hijo.

Con padres con similar comportamiento, pero no se percata de que repite la misma historia.

Está enojado con sus padres. Fue programado para realizar labores que no deseaba. En su mente hay resentimientos por algún deseo no cumplido, se dice que no quiere ser como ellos. Sin embargo, repite las mismas situaciones, que son la expresión de la ira que guarda en sus pensamientos.

Solo quiere cumplir su sueño de obtener una fortuna, en dinero o bienes materiales, que sus compañeros le reconozcan y lo alaben.

Le importa siempre lo que piensan los demás, pero no se escucha a sí mismo.

No escucha sus pensamientos pesimistas y de ira que va depositando en el interior de su mente; sin percatarse que no siente aprecio por sí mismo.

Se siente agotado y frustrado en secreto. En algunos momentos se imagina una vida doble en un hogar ideal; en el que controla cada una de las situaciones y todo ocurre de acuerdo a como lo planeo.

El Infante

El niño se comporta de forma caprichosa, altanera, cruel y desafiante.

Cuando no le satisfacen su deseo explota en ira o hace algún llanto; el cual es falso y lo usa para manipular la situación a su favor.

Cuando se encuentra enojado, trata a todos con crueldad y cuando se encuentra feliz, se comporta de forma aduladora para obtener algo a cambio.

El infante, quien lo ha tenido todo desde el momento en que nació, repite toda la información que sus padres le han enseñado. Se comporta idénticamente como ellos, es el reflejo de sus padres y la expresión de su información.

Esto se debe, a que cuando se es niño se copian las conductas adultas. Es aquí donde se pierde la inocencia al no tener un comportamiento acorde a un niño.

Al tomar una identidad ajena, se comporta de forma alocada, para satisfacer a los padres, complacer sus caprichos, cubrir sus expectativas y llamar su total atención.

Pero, a medida que el niño crece, se enoja y frustra, pues solo vive para complacer a otros y no es el mismo.

De continuar esta situación, se sigue creciendo y guardando en el interior de la mente recuerdos. Estos incluyen, todos los resentimientos y rabias, producto de no tener identidad propia.

El Daño

Se produce daño psicológico, mental y físico. El niño queda atascado psicológicamente en una edad infantil, en la que se produjo el conflicto y que no se ha superado.

Crecerá lleno de rabia y temor, sin saber la razón por la que no es feliz, siendo su apariencia adulta, pero su comportamiento infantil.

Esto ocurre de forma en general en casi todos los hogares del mundo.

Todos los Seres humanos buscan felicidad, paz y amor. Esto no está en los bienes materiales, dinero, en las personas que te rodean o admiran, el lugar donde vives o la profesión que desempeñes.

Al contrario, todo esto son obstáculos que colocas a la verdadera felicidad, paz y amor.

Todo esto se encuentra en ti. Primero debes aprender a ser tú.

Estar en paz en tu mente, Ser feliz contigo y con los demás, sentir bienestar interna y reconocer que todo está bien afuera ya dentro.

Comportarte de forma amorosa contigo y con los demás, los objetos materiales van y vuelven, pero la felicidad siempre está en ti.

Agradece por toda la felicidad, abundancia y riqueza en la que vives cada día.

Los 4 conflictos de la vida

La salida de casa

Todos somos hijos y todos hemos salido de casa. Los que aún no han salido, viven con padres que una vez fueron hijos y salieron de casa. La historia es cíclica.

Aquí se entra en un ciclo, que se convierte en vicio, quedando atrapados en él.

Al quedar atrapados en este ciclo, se bloquea el avance en la vida.

Esto limita la madurez mental y hallar las respuestas a las preguntas existenciales que solemos hacernos y que aún no comprendemos.

Las respuestas están en ti, no vemos dentro de nosotros mismos, y cada día se tienen al alcance, sin tomar consciencia.

Todos provenimos del mismo lugar, todos salimos de casa, y lo hicimos con enojo.

Al abandonar el hogar con ira, soberbia, orgullo, vanidad, arrogancia, con el pensamiento de que no me quiere como yo quiero que me quiera; soy su hijo y no me reconoce como tal.

Olvidamos que somos hijos, llevándonos a la carencia afectiva. Debido a la pérdida de identidad, se ha fomentado la codicia y la lujuria, para llenar el vacío existencial, producto de la propia infelicidad.

Cargando cadenas emocionales que no han permitido encontrarse a sí mismos y desarrollar su Ser. Se ha experimentado una vida tóxica en la que el final aparente para su sufrir, es la muerte, ya sea propia o la del que te hace sufrir.

Desde la perspectiva material humana, como egos desarrollamos el concepto de padre, madre, hermanos y hermanas, llamando a este componente familia. Humanamente salimos de un hogar biológico, al igual que nuestros padres, los padres de nuestros padres, los padres de sus padres y así repetitivamente.

Algunos salieron de casa y recibieron la bendición de los padres, liberando el apego emocional.

Los padres guiaron y enseñaron, para que fuesen independientes, que confiaran en ellos mismos, que debían amarse, amar y respetar al prójimo y a Dios.

Sus progenitores se contemplaron como Seres humanos. La apariencia femenina, en vez de madre comprendió que es nodriza, amamanto y alimento a sus crías, sin poseerlos. En la integridad del masculino y el femenino, guiaron a su progenie, hasta que lograron salir de casa y vivir su propia experiencia de vida. Libres de dependencia y apego emocional.

Todos somos uno

Todo está hecho de átomos. Somos energía, y todos provenimos de la fuente creadora llamada Dios. Todos somos iguales y formamos una familia.

Cuando la energía está en desequilibrio debe ser llevada a tierra para armonizarse. Vivimos en la tierra y el propósito es equilibrarnos, física y mentalmente.

Esto se logra únicamente a través del amor. El amor verdadero, que parte de uno mismo. Si te amas serás capaz de amar a los demás, no albergaras intereses ocultos, tu corazón no albergaras resentimientos, pues eres uno contigo mismo.

Te conoces y tienes plena fe y confianza en ti, en lo que te rodea y en el Dios creador que provee toda la energía. Nuestra capacidad creadora usa a través de nuestros deseos y pensamiento, materializando cada situación que experimentamos.

Yashua hamashiaj de Nazaret decía: “No hagas a los otros lo que no te gustaría que hicieran”; “Ama la vida, ama todo lo que te rodea y ama a Dios sobre todas las cosas”; “deja de cometer errores, deja de actuar de forma emocional y vive con agradecimiento al servicio de los demás”.

Así nos equilibramos, al dar amor nos amamos. Si se continúa con ira y resentimiento, la depresión, la inseguridad y las dudas siempre se mantendrán latentes; entregando una vida de tristeza y desesperación.

Mientras en tu mente, se alberguen estos conflictos, no te contemplaras como un igual ante los otros Seres humanos. Esto te mantendra separado, debido a las diferencias, viendo culpables y señalando, emitiendo juicios y sintiendo verguenza.

Buscando siempre la abundancia material, para suplir la carencia de bienestar. En tu interior siempre estarás en malestar, criticaras y te quejaras, todo lo externo te molestara.

Cuando no estas en tu interior unido a Dios y a la fuente del todo, vivirás siempre en la carencia. La abundancia se encuentra dentro de ti. Antes debes apreciarte y amarte. Para vivir en bienestar solo debes sentirte agradecido y que tus pensamientos sean de amabilidad hacia ti y los otros.

Todos somos uno, todos somos abundancia, cuando encuentres a Dios dentro ti, estarás completo. Serás uno, y la ansiedad desaparecerá de tu mente.

“Padre, Madre, en el momento en que olvidaste llamarme hijo, mi corazón se entristeció,

El SER se separó de DIOS y se ocultó tras una máscara humana,

Escrita con un símbolo por el cual me nombras,

Temiendo que me olvidaras me esclavice a ti,

Siendo dependientes olvidamos SER,

Me llamaste como a cualquier otra cosa, y solo cuando te intereso, recodaste llamarme tu hijo nuevamente,

Mi corazón se alegró, supe que tu afecto y amor no se habían perdido,

La carencia desapareció por un instante,

Pero tu amor no fue sincero,

Pues el enojo oculto aún seguía allí, tras la máscara de tu vanidad,

Aun así, halle la fortaleza en mí,

Y al perdonarte, mi SER se iluminó,

Encontrando a DIOS en el mismo lugar donde lo oculte,

Dentro de mí”.

 Pablo César Pastor Guerra