Mi error épico

 Si de errores vamos a hablar, hablemos del más épico.

¿Pensaste que te hablaría sobre mi “equivocada” interpretación de los signos, y del anuncio que hice respecto al Sacrificio del Papa Francisco? ¡Pues no! Y ese es el inicio del error épico.

Vivimos en una sociedad dominada por un ego, que no perdona nada y juzga todo, y eso es lo que hacemos con nosotros mismos también. Ante ese panorama, la autoexigencia, y la exigencia externa imponen la perfección del cumplimiento de ítems inexistentes, pero sumamente eficaces para provocar el miedo paralizante. Por lo tanto, son muchas más las veces que nos gana el miedo al juicio y la condena social, y terminamos quedándonos quietos, sin arriesgar nada.

Somos una sociedad en constante evolución; nuestra consciencia universal está evolucionando constantemente, en consecuencia, el error no tiene cabida en la evolución. Sólo nuestra mente cataloga los eventos como erróneos o certeros, pero no sucede ni uno ni lo otro, pues todo es perfección que conduce a la evolución. Es decir, tu accionar certero o erróneo conduce a la evolución; tu movimiento o quietud, conduce a la evolución; tu palabra o silencio, conduce a la evolución. Somos individuos que forman parte de un “todo”, de una consciencia universal que está evolucionando, y cada actitud nuestra suma para que la totalidad evolucione.

El error épico es pensar que algo de nuestro proceder, o de lo que decimos, es erróneo; no hay error, ningún error, porque simplemente es perfecto para la consciencia universal.

Individualmente, y de acuerdo a nuestro nivel de consciencia, asumiremos las consecuencias, o no, de aquello que podamos haber experimentado como erróneo. Las experiencias de vida, “buenas” o “malas”, son una invitación a la reflexión y al aprendizaje, que hacemos desde nuestra mente buscando evolucionar. Esta búsqueda de evolución, no es otra cosa que la búsqueda de vivir en paz. Y es ese el camino que, como sociedad en conjunto, estamos atravesando. Aunque nuestra mente nos diga lo contrario, ya que es individualista, haciéndonos creer que estamos separados del “todo”, vamos caminando hacia una era de paz.

Antes de escribir sobre el Sacrificio del Papa había evaluado la posibilidad de “equivocarme”, y sabía que ante este escenario vendría el juicio y la condena. Pero, desatada la lucha en mi interior, opté por vivir la experiencia, y de esa experiencia surgen los frutos del aprendizaje personal. Por lo tanto, ¿dónde está el error?

Del mismo modo, evalué lo que mis dichos podrían generar en los lectores. Individualmente, cada lector sabrá si mis dichos le afectaron o no, pero colectivamente, repito, nunca hay error. Y mis dichos que hayan afectado particularmente a algún lector, le ofrezco mi disculpa, sin retractarme de lo que dije, pues lo “escrito, escrito está”. Todo esto forma parte de mi aprendizaje y evolución personal; e individualmente, cada uno verá cómo procesa su afectación; pero para el “todo”, es sólo evolución.

Algo que podríamos tomar como un evento “erróneo” fue la crucifixión de Jesús, pues se condenó a muerte a un inocente. Pero detrás de ese tremendo error, se encontraba el inmenso amor que nos salvaría. Si analizamos a las personas que participaron de dicho evento, nos encontramos con un abanico de posibilidades. Los fariseos temerosos que pidieron su muerte; incluso Pilatos sintió miedo; personas sintiendo la injusticia del acontecimiento. El discípulo traidor, y los que lo abandonaron; el arrepentimiento del soldado romano al pie de la cruz; y los que sabían de su entrega. Cada uno juzgando los hechos desde su perspectiva personal, y absolutamente válida, y al mismo tiempo, siendo juzgados por los demás.

La crucifixión de Jesús fue el evento trascendental más importante de la historia, y el punto de partida para la salvación de la humanidad. Esto te lo cuento en El Sacrificio del Cordero, y entenderás el por qué del Sacrificio. Aunque nosotros mismos juzguemos a cada personaje involucrado activa o pasivamente en la crucifixión, todos ellos obraron de manera perfecta. Sin ellos, actuando de la manera en que actuaron, la crucifixión no habría sido posible, y la salvación se habría postergado.

Por eso, deja de juzgarte a vos mismo y a los demás, es un error épico creer que alguien pueda equivocarse. No te preguntes si obraste bien o mal, si lo que dijiste fue correcto o incorrecto, siempre estás obrando de forma perfecta. Vos sabrás el trabajo personal que te toca, las consecuencias que debas asumir, pero siendo tal cual sos, es perfecto para la salvación de la humanidad. Recordá que todos somos superhéroes en la historia de la salvación de la humanidad, en la búsqueda y el logro de la paz mundial.

Charles Chaplin dijo algo muy interesante: “Me gustan mis errores. No quiero renunciar a la deliciosa libertad de equivocarme”. Y es que cuando nos arriesgamos, cabe la posibilidad de la equivocación, pero es en ese riesgo donde experimentamos nuestra libertad.

Ahora que sabés que podés experimentar la libertad cuando te arriesgás en algo, y que sea lo que sea que suceda, será perfecto. ¿No te atreverías a soltar todos esos miedos que te atan para arriesgarte a cumplir todo lo que sueñas? ¡Atrevete!

Finalmente, quiero agradecerte por ser como sos, porque tu persona constantemente me está salvando. Y perdón si en algún momento te juzgo, es producto de mis pensamientos, de mi ego, pues mi alma te ama y te honra siempre.

Carolina Carbonell