A mi izquierda tengo a Yoli y Ricardo. Ambos son los hermanos más mal llevados y mal hablados del mundo. De cada cinco palabras, por lo menos cuatro son malas palabras. Si algo tengo que agradecerles es que gracias a ellos no voy a tener que enseñarles a mis hijos ni insultos ni malas palabras. Para eso están ellos, pues además no hablan. Ni tan siquiera gritan. Ellos vociferan todo el tiempo. Desde niños en lugar de cantar lo que hacían era ofenderse y gritarse malas palabras. Ninguno ha tenido pareja conocida pero eso sí, tienen una mano para las plantas… Las mejores y más verdes malanguitas de todo el barrio se dan un su balcón y hasta las orquídeas dan unas flores… que para que. Después dicen que a las plantas hay que darles amor para que prosperen. En mi vida nunca había intercambiado ni 20 palabras con los dos, pero un día escuché a la Yoli diciéndole a un vendedor. Flaco, tú me conoces, ni se te ocurra aparecerte en esa casa (la mía) con esa leche inventá que tu vendes. Piérdete pa´ casa de la ping… que él es un sing … (es decir, yo) pero los dos chiquitos no tienen la culpa. Desde entonces, es mi socia y en mi casa no se compra nada que no venga santificado por la Yoli.

A la derecha viven Concha y Mongo. Una pareja de ancianos que tienen una hija que se fue a vivir a Miami y viene a verlos cada 2 o 3 años, y que por encargo de Concha, no se baja del avión sin al menos un par de zapatos para cada uno de mis hijos. Concha fuera una mujer perfecta si no fuera por las fiestas de santos que hace por lo menos 3 veces al año y donde llena el edificio de lo más selecto del bajo mundo de Centro Habana. Esos tambores una semana después me siguen resonando en los oídos. Pero Ariel, la madrugada que mi hijo se cayó de cabeza de la cuna, 2 minutos después ya estaba Concha, tocándonos la puerta de la casa dándonos consejos y de paso levantando al marido para que nos llevara en el almendrón al pediátrico. Claro, el de Centro Habana, cual si no. Mongo no le perdona una carrera a nadie pero esa noche el viaje de ida y vuelta al hospital, mas toda la espera no me costó otra cosa que no fuera el agradecimiento infinito.

En los bajos están La Cari, El Migue y sus 6 nietos. Una pareja de santiagueros que se encargan de criar a todos sus nietos. Esa casa es un gallinero en toda la línea pero ellos dos son inmutables. Ni el día que a uno de los nietos se le trabó una bola en la garganta se les alteró la voz. El Migue en medio de la gritería de los chiquitos se viró y le dejó caer un galletaso al niño por el cuello que la bola cayó en malecón. Con la misma se viró y siguió vendiendo como si nada, tranquilo, sus aguacates y mangos que les traen los padres de las 6 criaturas. También cuando mis hijos eran chiquitos, una vez al día la Cari se tomaba el trabajo de subirme todos los juguetes que tiraban por el balcón y ella me recogía de la calle. Y pese a que tienen 6 niños en su casa, nunca me faltó uno solo.

Mis vecinas de los altos son Clarita, su hija Mirta y la nieta Natali de la Caridad. Tres generaciones de mulatas centro habaneras que tienen un perro que no hay un solo día de su vida que no se orine en mi puerta, y además, todos los amaneceres entre las 6 y las 7 de la mañana sea lunes o domingo, le dedican por lo menos 20 minutos a tocar unas maracas que no hay un ser vivo que no se despierte. Para colmo, Natali de la Caridad es fan al pon. Tú sabes como se siente un pon en la sala de tu casa no ??? Hay días que no me ha faltado nada para subir y tirarle la tacha yo para que se acabe el juego de una vez. Pero igual hacen unos clase de cake Ariel … lo máximo !!! Y lo mejor, no hay un día que no nos bajen un pedacito para que los probemos. Seguro estoy de que parte de mis 10 libras de sobrepeso se los debo a ellas. Nada que no puedo ni molestarme, porque tú sabes, mi debilidad es el dulce.

Y ya que hablamos de dulces y vecinos. Todavía hay vecinos que mantienen la tradición de intercambiar postres caseros. A propósito, te advierto Ariel, no te dejes meter en una emulación de ese tipo que no tiene para cuando acabar. Las mujeres tienen la capacidad de siempre subirte la parada. La mía empezó por un arroz con leche y ya el otro día me pidió que le buscara una lata de arándanos para hacer una receta que bajo de internet, porque que se cree Yaquelín, que ella va a hacer mejores dulces que yo. Además, llega el momento que no te dejan ni probarlo, porque a ti te trajeron una fuente y que se piensa ella que nos estamos muriendo de hambre. Te aconsejo que cuando el tema vaya tomando esos matices te pongas de acuerdo con el marido de la otra y ambos rompan los platos y así no hay nada que devolver y olimpiada de dulces terminada.

En fin Ariel, que el vecino no es solo esa persona que vive cerca de ti y saludas por la mañana. Es además tu reserva estratégica de fósforos, sal, azúcar y de todo lo que puedas necesitar con urgencia. Donde si no vas a tomar café cuando el tuyo se acaba ??? y con quien vas a contar el día que el ciclón te lleve una ventana. Un vecino a veces puede significar en tu vida más que tu propia familia, porque él está ahí, en ese preciso momento en que lo necesitas. Así que aprécialos, llévate bien con ellos y perdónalos que ellos también tendrán sus opiniones de ti, porque ni te pase por la mente que eres perfecto. Nos vemos la próxima semana, como siempre, desde la orilla.

El Dienteperro.