Me encuentro con suma frecuencia que el principal obstáculo de las personas para dar el salto a la independencia profesional, así se sientan inconformes con su trabajo actual y tengan proyectos que les gustaría realizar, es la falta de dinero reforzada con el temor a perder su salario, debido a sus obligaciones económicas.

Por norma la mayoría de las personas tenemos compromisos, que nos preocupa no poder solventar y la incertidumbre frente a que un negocio rinda frutos o no Vs. la seguridad de un salario mes a mes, sin duda desestimula hacer ese cambio de rumbo laboral y de vida.

El proyecto de emprender y considerar que es necesario tener un capital de base, no sólo para invertir en lo que requiera ese negocio, sino solventar nuestras necesidades al menos por un tiempo, mientras el negocio nos permite cubrir nuestros gastos personales, pone en manifiesto la sanidad o precariedad de nuestras finanzas personales.

  • ¿Vivo al debe?
  • ¿Gasto más de lo que gano?
  • ¿Tengo ahorros?
  • ¿Vivo en la rueda del hámster? O sea, peso que me gano, peso que me gasto.

Son tan sólo algunos de los posibles escenarios que pueden salir a relucir.

Lo único cierto es que a veces la inconformidad es tan profunda, de la mano de la desmotivación o las ganas de hacer un cambio de vida, que algunas personas pueden realmente querer dar este paso, ver su realidad con perspectiva y tomar acción.

¿Por qué es importante hacer la radiografía de tus finanzas personales?

La única manera de cumplir una meta u objetivo, pasar del hoy a ese futuro deseado, es sabiendo con precisión dónde estamos hoy. ¿Estamos a años luz de esa meta? ¿Estamos lejos pero no tan lejos? O ¿Estamos cerca de lograrlo? Debería ser lo mínimo que nos planteáramos antes de dar cualquier paso.

Al menos en Colombia existe cierta cultura del desgano por hablar de dinero, se considera de mal gusto preguntar por el salario de alguien, menos compartir que se está hasta el cuello de las deudas o que a duras penas nos alcanza para vivir.

Pero, ese tema es innegociable, indispensable de revisar, cuando una persona quiere emprender un cambio de rumbo profesional y de vida.

Sólo si sabes qué capacidad real tienes de ahorrar e invertir o cuánto te tomará crear esa capacidad para poder hacerlo -pagando tus deudas y/o disminuyendo tus gastos- podrás realmente estructurar un plan y tomar acción.

Realmente, en la mayoría de los casos, disfrutamos y tenemos lo que creamos, la vida puede sorprendernos con oportunidades y gratas sorpresas, pero por norma somos responsables de cada cosa que tenemos y cada resultado de nuestra vida. Nuestras finanzas personales no son la excepción.

De manera que, la única forma de mejorarlas es comprometiéndonos hasta la médula para lograrlo: recortar gastos, hacer eficiencias, generar otras fuentes de ingresos, son los clásicos caminos en este sentido. Y, los pequeños pasos acumulativos, por minúsculos que se perciban, abonan el terreno de posibilidades, que no crean la quietud, el victimismo, la resignación o la pasividad.

¿Cómo empezar?

Una meta de ahorro, cualquiera que sea, es posible, si la fraccionamos en pequeños pasos. Pero hay que dar el primero y tener convicción y compromiso de ahí para delante.

Qué define la meta de ahorro de una persona que quiere emprender, dos variables clave:

  • ¿Cuánto vale su vida al mes? Al menos en su versión más básica.
  • ¿Qué es lo mínimo requerido para empezar el negocio que quiere crear?

Algunos expertos consideran, que con o sin proyectos de independencia laboral, todos deberíamos tener un fondo de emergencias que cubriera, en caso de calamidad, el equivalente de entre seis a doce meses de nuestros gastos mensuales. Creo que pocos lo tienen y de tenerlo, igual sienten temor de comprometerlo.

Por eso es tan importante saber lo que realmente queremos, porque asumir riesgos sin convicción de asumirlos es una estupidez. Y asumirlos con convicción también puede ser tildado de locura. Pero en ese caso, sería tu locura elegida, y tu vida es tuya, no tienes que rendirle cuentas de tus sueños a nadie, pero si vives en pareja o familia, pues quizás sí debas conciliar.

      Así, que, de estar en esta situación:

      • ¿Ya sabes cuánto requieres ahorrar?
      • ¿Ya sabes cuánto tiempo te va a tomar?
      • ¿Es posibles avanzar con tu negocio en paralelo a tu trabajo, para ir generando ingresos extra para ese fondo de ahorro y testear tu idea de negocio?
      • ¿Puedes hacer coexistir, al menos durante un periodo de prueba, tu trabajo y tu negocio?

      Te dejo estas consideraciones, porque todos lo que alguna vez nos independizamos con cierta planeación pasamos por ahí. Los que no lo hicieron y no padecieron sus consecuencias fueron afortunados y los que si las padecieron, probablemente se estrellaron con el mundo, se volvieron a emplear o pasaron por el exigente cedazo de la persistencia.

      ¿Vale la pena?

      Nada te garantiza que tu emprendimiento funcione, te mentiría si dijera lo contrario. Pero emprender sin unos mínimos de tranquilidad financiera, puede ser un camino expedito a la ansiedad, el estrés y el desenfoque. ¿Vale la pena planificar de cara a tus finanzas personales? Sí, 100%. ¿Es posible? Por supuesto.

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      Catalina Vega

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