Saudade: «bem que se padece e mal de que se gosta» – Manuel de Melo, 1660

Ahora que me encuentro un poco más rodeada en el ambiente de los idiomas (como estudiante y como maestra), he aprendido que existen palabras que no pueden ser descritas en mi idioma nativo (español); incluso hay algunas que ni en mi propia lengua puedo entender, pero la verdad es que aprendiendo otras lenguas he podido comprender muchos sentimientos que ni en español sabría cómo describir. De pronto puede resultar conveniente encontrar significados en diccionarios o traductores en internet, aunque muchas veces lo inexacto puede no lograr cambiar de idioma sino cruzar la barrera del lenguaje e ir directo al sentir del alma.

Saudade: «bem que se padece e mal de que se gosta» Aprendí esta frase en clase de portugués, me retumbó en la cabeza, primero porque claramente no la entendía puesto que todavía me considero un cigoto en este idioma, y segundo, porque al comprenderla y saber más de su origen, en palabras del poeta Manuel de Melo, encontré que podía identificarme con algo que creía desconocido.

Es curioso cuando la cabeza, al igual que con el lenguaje en general, no logra distinguir lo comprensible de lo que debe simplemente sentirse y dejar ser. En tan pocos meses de este año he vivido el sentimiento y me ha puesto a prueba en decisiones que debo tomar, pero he encontrado que lo mejor que puedo hacer por mí es dejar de luchar contra esa sensación de añoranza o la necesidad de resolver algo que puede ser indescriptible en mi interior.

Sé que seguirá existiendo aquella cercanía con el pasado, un tanto extraña pero amable al recordarla, porque aunque la melancolía me pida querer regresar el tiempo para crear lo que pudo ser, siempre existirá una historia alterna, algo que sí existe y lo que sí es en el presente.

Saudade me ha recordado lo importante que es expresar ideas y sentimientos cuando más lo necesito, me hace derrumbar las paredes del pasado y me permite aceptar incondicionalmente mis decisiones y aprender a querer de lejos, dejando la culpa de lado puesto que aquello que se calla nutre al ser, pero también me hizo aprender que lo que no se puede decir y sin embargo no dejar de sentir, exaspera al alma, la calla y la deja sin luz; tanto así que perderse en el significado de lo que decimos hasta dejar de hablar hace que me encuentre dentro del silencio.

-Andy.

Imagen de la portada: «Eleven am» – Edward Hopper (1926).

1 Comentario

  1. Karina

    Bellísima reflexión. Es inevitable experimentar mil emociones humanas, ¿por qué no abrazarlo? Gracias por compartirte. ?

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